Por Sixto Porras, Vicepresidente de Enfoque a la Familia
Durante la conferencia Matrimonio Sin Filtro, tuvimos el privilegio de escuchar a Sixto Porras compartir un mensaje transformador titulado El Arte de Perdonar. Un tema profundamente necesario para quienes desean construir una relación sólida y duradera. Aquí te compartimos algunos de los puntos más relevantes de su enseñanza.
La verdad del matrimonio
Al convivir día a día, descubrimos los defectos, las heridas, los hábitos que no conocíamos de la persona que escogimos. Esto es emocionante, aunque para muchos parezca sinónimo de desilusión. El llamado del amor no es a enfocarse en lo que falta, sino a disimular lo que molesta y a admirar las virtudes.
En el matrimonio, muchas veces salen a relucir heridas del pasado, patrones aprendidos en la infancia o resentimientos no resueltos. Si no los sanamos, terminarán afectando la relación. Por eso, es vital aprender a perdonar y a sanar lo que nos marcó para no seguir transmitiendo dolor donde deberíamos sembrar amor.
¿Qué es amar?
Amar no es un verbo que se conjuga con facilidad; no es como correr, comer o hablar. Amar tiene un peso profundo. En Gálatas 5:22, Dios nos da una imagen clara de lo que significa amar verdaderamente:
Amar es ser una pareja alegre que transmite paz.
Es ser un cónyuge paciente, amable y gentil.
Es mostrar bondad en cada acción.
Es ser fiel, no solo con los actos, sino con los pensamientos.
Es tener humildad para pedir perdón y disposición para servir dentro de la relación.
Es tener dominio propio cuando la frustración toca la puerta.
Amar no es cambiar al otro, es aceptarlo, y con paciencia, esperar.
“Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó, así que ustedes deben perdonar también. Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía.”
Colosenses 3:12-14 (NTV)
Los efectos de no perdonar
Cuando no perdonamos, el resentimiento crece como una raíz que termina envenenando nuestro matrimonio y a nuestros hijos. La amargura se instala en el corazón y empezamos a ver la vida gris, con una perspectiva distorsionada. Eso puede permitir que nos convirtamos en amargados, irritables, hirientes, incapaces de construir. Finalmente, lo que no se perdona, termina destruyendo toda relación.
El perdón es medicina. Libera el corazón del dolor, aclara los pensamientos y ordena las emociones.Pero hay algo que debemos entender: perdonar no es olvidar, es sanar el recuerdo. Así que elegir perdonar no es fingir que no hemos sido heridos, sino hablar con honestidad sobre lo que nos dolió.
También es importante recordar que el perdón no se condiciona. Así como Dios nos amó antes de que cambiáramos, nosotros tampoco podemos decir: “Te perdono si cambiar” o “te perdono si me pides perdón. El arte del perdón es hacerlo para sanar y construir puentes hacia la reconciliación.
Aprendamos a perdonar
Perdonar es una decisión valiente que se puede cultivar día a día. Aquí algunos pasos que nos ayudan en este camino:
- Perdonar como Dios me perdonó. Con gracia, sin medida y sin condiciones.
- Desear lo mejor a mi pareja y bendecirlo. Hablar bien y orar por él o por ella.
- Decidir no guardar rencor por lo ocurrido. El pasado no puede cambiarse, pero el presente puede sanarse.
- Negarse a castigar a la otra persona por lo que ha hecho. El amor no lleva cuentas del mal.
Que este mensaje nos inspire a amar mejor, con más verdad y más perdón. Porque el matrimonio no es un lugar donde se exige perfección, sino donde se cultiva gracia.